Llega Navidad y …
Estamos a menos de 20 días de la Navidad, el encendido de las luces en el centro de la ciudad, anuncian su llegada cada año. Los y las ciudadanas de Gandia comienzan a exteriorizar cierta empatía hacia los demás, que el resto del año se limita a saludos más distantes.
Gandia no compite con Vigo, cuyo excéntrico alcalde socialista, Abel Caballero, ilumina la ciudad brutalmente tratando de desbancar a New York, París o Berlín, gastando cantidades ingentes de dinero para lucir día y noche. Hay que reconocer que el márketing luminoso les ha funcionado, internamente al menos, pero cabría comprobar el coste de la operación y ver su eficacia, aquí en Gandia ha habido ciertas quejas de vecinos que critican la falta de adornos luminosos en sus calles y que todo se quede en el centro, entiendo las quejas pero son generalizadas: Madrid, Barcelona, València, Sevilla, Alcoy, Torrent, Elx, Alacant i Castelló de la Plana por ejemplo, reciben las mismas críticas pero iluminar todas las calles por igual, sería un desembolso más criticable todavía. La mejor parte se la suelen llevar los centros históricos y comerciales por economía y tradición.
Pronto llegarán las comidas y cenas de empresa que son el banderazo de salida para dar rienda suelta a las fiestas, marcadas cada año por las comidas, cenas, juergas y desenfrenos propios de éstas fechas. Reuniones familiares marcadas por la fraternidad o la impostura habituales. Anhelados reencuentros con familiares y amigos.
Pero realmente traspasamos la línea de salida el 22 de diciembre con el Sorteo de la Lotería Nacional de la Navidad. Una curiosidad, es que se trata del sorteo más popular del año, en el que más recauda el ONLAE (Organización Nacional de Loterías del Estado) y porcentualmente el que menos premios gordos reparte. Y tras el sorteo hay una frase muy repetida entre quienes la Diosa Fortuna no se ha acordado de ellos y es “Tòca…almenys tenim salut”. Y es que quién no se conforma es porque no quiere.
Éstas son fiestas mayores para los más pequeños y algunos más mayores de ilusión y regalos, en un paréntesis lectivo y de trabajo, muy esperados tras el parón estival. Pero también son fechas en las que la melancolía y el recuerdo de aquellos que ya no están entre nosotros, se tornan más agobiantes, para quienes sólo tienen ya, los recuerdos vividos con las personas amadas y desaparecidas ¡Es ley de vida! Pero eso no es un consuelo, es una dura realidad.
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