REPORTAJE // El Orden Mundial

   
      El Nuevo Año

El 2025 podría parecer un año en que cambiará todo. Vuelve Donald Trump y con él vuelven la imprevisibilidad, el pragmatismo y las decisiones radicales. Están preocupados en Kiev, Teherán, Pekín, Bruselas o Ciudad de México. Se frotan las manos en Tel Aviv, Moscú, Budapest o San Salvador. Todo el mundo está expectante. Hoy es el primer día del "Emperador y sus locuras".
Sin embargo, 2025 no supondrá un giro tan drástico. Con Trump probablemente se recortará el apoyo a Ucrania, se exacerbarán las tensiones con China, se dará carta blanca a Israel, se impondrán barreras comerciales, crecerá la extrema derecha, aumentará el rechazo a la inmigración y sufrirán el multilateralismo y el derecho internacional.

Pero todas estas tendencias ya estaban ahí. Aunque Trump protagonizará el 2025, su vuelta no va a traer un cambio estructural ni será la causante de todo. Más bien es un síntoma y un acelerador de derivas que ya hemos ido viendo en los últimos años. 

Vuelve la guerra comercial, uno de los
 asuntos más importantes de 2025 será el regreso de la guerra comercial. Trump ha declarado que su palabra favorita es “arancel”. Como en su primer mandato, adoptará una política comercial agresiva contra China, pero no solo: ya ha amenazado con una tasa general a las importaciones de entre el 10 y 20%, de al menos el 25% para sus vecinos Canadá y México y hasta del 60% para China.
No está claro que Trump pueda aprobar estos aranceles sin la aprobación del Congreso. Tampoco si pretende hacerlo o si es una forma de presión diplomática a países como Canadá y México para que hagan más para controlar la entrada de inmigración y fentanilo en Estados Unidos. Incluso no es seguro que, de aprobarse, los aranceles lleguen inmediatamente. Lo más probable es que no sean tan extremos y que se impongan por fases a partir del verano.
Tras un 2024 convulso, la imprevisibilidad de Donald Trump marcará el 2025.
Aun así, las previsiones son preocupantes, en particular para China. Su economía no pasa por el mejor momento y se estima que la guerra comercial podría restarle un 0,5% de crecimiento en 2025, dejándolo en apenas el 4% y el 3% en 2026. Pekín no responderá con un arancel total a Estados Unidos, pero sí a productos concretos, y tratará de estimular su mercado interno flexibilizando su política monetaria. Otro perjudicado será Alemania, que se prevé que acabe 2024 en recesión y se estanque en un 0% de crecimiento en 2025.

Algunos países se beneficiarán de la tensión comercial con China. India o Vietnam se están posicionando como alternativa a las fábricas del gigante asiático, aunque el trasvase no está siendo tan rápido como se había augurado. India volverá a ocupar titulares en 2025, después de convertirse en el país más poblado del mundo en 2024: este año probablemente superará a Japón como la cuarta economía global, por detrás de Estados Unidos, China y Alemania, consolidándose como una gran potencia en ascenso. 
Con todo, la guerra comercial dañará la economía global. Los aranceles ralentizarán el crecimiento y harán subir la inflación, lo que podría llevar a los bancos centrales a moderar su bajada de tipos. Además, agravarán una crisis latente de deuda soberana: muchos Gobiernos acumularon grandes déficits para salir de la pandemia y ahora, con el crecimiento estancado y el dólar encareciéndose, les será más difícil pagar sus préstamos. En 2025 hasta 54 países, un récord, destinarán más del 10% de su presupuesto nacional a pagar intereses de deuda. Es una enorme losa para países con Gobiernos autoritarios, alto desempleo joven y gran tensión social, como Pakistán, Egipto o Nigeria, donde podrían estallar disturbios.
Europa tiembla ante Trump.
La guerra comercial llega en un contexto de descomposición política para la Unión Europea. Aunque acaba de constituirse la nueva Comisión, las dos potencias de la UE, Alemania y Francia, están en crisis: Alemania celebrará unas elecciones anticipadas el 23 de febrero que ganará el partido conservador CDU, partidario de la ortodoxia fiscal y las barreras a la inmigración. El probable nuevo canciller, Friedrich Merz, tendrá que gobernar en coalición con los socialdemócratas o los verdes. Los ultras de AfD no entrarán en el Gobierno pero podrían quedar segundos, un resultado histórico cuando se cumplen ochenta años del fin de la Alemania nazi.
En Francia, el presidente Emmanuel Macron nombró a finales de 2024 un nuevo primer ministro de centro liberal, François Bayrou. Pero Bayrou cuenta con menos apoyos que su antecesor, Michel Barnier, quien fue derrotado en una moción de censura. Por tanto, es probable que el nuevo Gobierno también caiga o que, para salir de la parálisis, se convoquen nuevas elecciones legislativas anticipadas a partir de julio, un año después de las anteriores. Antes de eso, el 31 de marzo, se sabrá si la líder ultra Marine Le Pen queda inhabilitada para presentarse a las elecciones presidenciales de 2027, que espera ganar.

Entretanto, un sector a vigilar este año en Europa será el agrario. Productos como la aceituna y el vino españoles, junto a otros del campo europeo, sufrirán por los aranceles estadounidenses. También podría generar tensión la entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, que se firmó en diciembre pero todavía no se ha ratificado. Varios países de la UE, capitaneados por Francia, se oponen y no es descartable que el acuerdo descarrile, sobre todo si los agricultores salen a protestar en Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos o España.
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(Artículo de El Orden Mundial.com)
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