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   Algo está sucediendo

Frente a las corrientes escoradas a la derecha, negacionistas, vociferantes, histéricas y altaneras vemos una luz al final del túnel que nos insufla un rayo de esperanza.
Frente a los esfuerzos del ultra Donald Trump por ampliar su influencia a golpe de disparates, bravuconadas y amenazas, también hay algunas buenas noticias que conviene destacar. Hubo quien quiso interpretar la llegada de Trump a la Casa Blanca como el principio de una nueva era, como el inicio de una ola reaccionaria ‘anti woke’ que barrería el mundo y se llevaría por delante a toda la izquierda mundial, que exportaría la locura MAGA a todas las democracias occidentales. Pero por ahora, con algunos matices –como las elecciones locales en Reino Unido–, no está siendo exactamente así. 

El efecto Trump es lo que explica la estrepitosa derrota de la derecha en las últimas elecciones en Canadá. Los conservadores llevaban meses liderando las encuestas, pero las amenazas de Trump han dado una inesperada victoria al partido liberal. 
Lo mismo ha pasado hace unos días en Australia. El candidato de la derecha partía como favorito. Confiaba tanto en el impulso de Trump que hasta copió buena parte de sus recetas: mano durísima contra la inmigración y hasta un eslogan a imitación del “Make America Great Again”: “Pongamos Australia de nuevo en marcha”. ¿El resultado? Una derrota histórica de la derecha. 
Los españoles somos muy distintos a los australianos, o a los canadienses. Pero esa derecha española, que clama por elecciones anticipadas cada día, confiados en una victoria segura, harían bien en cuidarse de la nefasta influencia de Donald Trump. Ni Alberto Núñez Feijóo ni –mucho menos– Santiago Abascal parecen ser conscientes de la amenaza que supone para sus partidos el rechazo mundial y casi unánime contra el presidente de EEUU. Aún no se han enterado, como demuestra su reciente ‘no’ en el Congreso a los fondos para paliar el impacto en las empresas españolas de los aranceles de EEUU.
Hasta el reciente cónclave en el Vaticano también se explica en parte con esa ola ‘anti Trump’ que recorre el mundo. Muchos temían que al progresista Bergoglio le sucediera un Papa conservador, siguiendo ese péndulo ideológico con el que la Iglesia Católica se ha movido durante los últimos y tormentosos dos siglos. ¿El resultado? Justo lo contrario. Entre todos los cardenales de ese cónclave, no había un candidato más ‘anti Trump’ que el nuevo papa, Robert Prevost. Basta con leer los tuits que publicó antes de su nombramiento: casi todos son críticos con Donald Trump y su vicepresidente, JD Vance. Especialmente con su inhumano trato con los inmigrantes. 
Tengo claro que, aunque haya días oscuros, siempre hay razones para la esperanza. Que frente al miedo, la mentira o la brutalidad, también hay quien resiste. Y que merece la pena seguir peleando.



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